En el filme Super 8, de J.J. Abrams, juegan un papel importante unos misteriosos cubos de procedencia alienígena. Un fan de la película quiso tener una copia en casa. Creó un modelo en un programa de diseño asistido por ordenador y lo envió a un servicio de Internet que imprime el diseño en 3D. La productora del filme, Paramount, ha enviado una demanda de cese y desistimiento contra el citado intermediario para que deje de reproducir en su servicio de impresión 3D bajo demanda el citado cubo porque los derechos de mercadotecnia del objeto pertenecen a una compañía. Se trata de una denuncia por piratería de una reproducción en 3D. La denuncia llegó apenas 18 horas después de que el cubo fuera reproducido en una impresora de tres dimensiones. El cliente explica en su blog que no tiene intención de pelearse con los abogados de Paramount y que no tenía intención de vender esta copia ni de producir futuras réplicas. Se trataba de una copia para su disfrute. El internauta explica que hay una compañía que tiene la licencia de estos cubos y que debe ser ella la encargada de comercializarlo.
Este episodio, sin embargo, abre un nuevo espacio para los litigios sobre propiedad intelectual. Hasta ahora, las demandas se centraban en copias digitales de canciones o películas. Desde que la tecnología permite la reproducción doméstica de un objeto... ¿deberá repensarse la legislación sobre copia privada?.
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