HORACIO BAFICO Y GUSTAVO MICHELIN
El consumo de los privados es la variable que más está contribuyendo en
estos momentos al crecimiento que muestra el nivel de actividad. Esta
bonanza se sustenta en la particular coyuntura internacional,
caracterizada por tasas de interés negativas en términos reales y
elevados precios de los commodities. En el caso concreto de nuestro
país, esa conjunción se traduce en un acceso prácticamente ilimitado al
financiamiento externo y elevados niveles (nominales) de exportación,
siendo estas las razones últimas en las que se sustenta y financia la
pujante demanda interna.
Un elemento que contribuye a ese mayor gasto interno es el crédito. Al
finalizar el año 2011, el saldo de los créditos concedidos por el
sistema financiero al sector privado ascendió a US$ 10.388 millones, lo
que representa un incremento de 20,3% respecto al valor registrado al
finalizar el año anterior.
Ese incremento es levemente superior al que registró el PIB nominal
medido en dólares en el mismo período (18,6%), lo que a primera vista no
estaría indicando un aumento desmedido del crédito -de hecho, estaría
en línea con el nivel de actividad- por lo que no estaría contribuyendo a
un peligroso recalentamiento de la economía.
ENLENTECIMIENTO. De hecho, en los últimos meses del pasado año se
produjo un freno en el ritmo de expansión del crédito al sector privado
que estaba creciendo a tasas muy elevadas. Si se analiza la evolución de
los préstamos concedidos por el sistema financiero a lo largo de los
dos últimos años, se constata que entre junio y agosto de 2011, los
saldos (medidos en dólares) superaban a los del mismo período del año
anterior en un 36%, el doble del crecimiento del PIB, enlenteciéndose en
el último cuatrimestre.
El crédito a las familias es el que explica tanto el fuerte incremento
registrado hasta el tercer trimestre como el posterior enlentecimiento.
El endeudamiento de las familias tiene dos destinos principales,
préstamos para vivienda y préstamos al consumo. El financiamiento
bancario para la adquisición de viviendas no se ha mostrado
particularmente dinámico en los últimos tiempos. Si bien la actividad
inmobiliaria sí lo ha hecho, una de las particularidades que ha mostrado
es precisamente el bajo nivel de financiamiento bancario. De hecho, la
compraventa de inmuebles ha tenido en la inversión extranjera directa
(IED) una de sus principales fuentes de financiamiento (como resultado
de las tasas de interés reales negativas). No debemos olvidar al propio
ahorro interno que, ante los bajos rendimientos que se obtienen por las
colocaciones en el sistema financiero, se volcó hacia emprendimientos
reales destacándose particularmente los inmobiliarios.
Distinto es el caso del crédito al consumo que mostró gran dinamismo.
Como los demandantes de estas líneas de crédito son ciudadanos cuyos
ingresos provienen de su trabajo que está remunerado en moneda nacional,
se trata de créditos concedidos en pesos. En tal sentido, se los puede
analizar en términos reales, lo que se muestra en el Gráfico N° 1. Se
observa la aceleración que mostraron hasta el primer semestre del pasado
año, cuando se incrementaron 50% en términos reales (medidos en dólares
crecieron 80%), tasa muy elevada que estaba llevando a la economía a un
destino peligroso. Debido a ello, las autoridades aumentaron los
encajes bancarios en julio. Desde entonces, las tasas de expansión se
han venido reduciendo hasta el 19% del cierre de año. Es probable que en
ese enlentecimiento haya incidido, además, la incertidumbre derivada de
la crisis europea. Se trata, de todas formas, de una tasa importante
que triplica a la del PIB en el último año y que contribuye al
incremento del consumo interno. En el último año, el saldo de los
créditos al consumo se incrementó en más de un punto porcentual del PIB,
tal cual se muestra en el Gráfico N° 2.
Esta evolución es consistente con la del saldo en cuenta corriente. De
hecho, éste es consecuencia en parte de aquella. Recordemos que en los
doce meses finalizados en septiembre de 2010 la cuenta corriente se
mostró equilibrada, pasando a un déficit equivalente al 2,3% del PIB a
junio de 2011, que se deterioró levemente a septiembre (2,4%). El sector
privado es quien explica tal deterioro, al pasar de un superávit del
1,3% del PIB a un déficit del 1,6% en el período considerado.
Ese exceso de gasto privado se financia con ingreso de capitales. Están
retornando colocaciones que los residentes tenían en el exterior ante
los bajos y hasta nulos rendimientos que obtienen fuera de fronteras, al
tiempo que la inversión extranjera directa sigue muy dinámica y que el
efecto de los términos de intercambio es favorable. Al interior de la
economía ello se ve reflejado en una mayor liquidez del sistema bancario
que, ante la mejora en el ingreso de los hogares, está dispuesto a
aumentar los préstamos que concede a las familias.
EMPRESAS. Pero los préstamos no están dirigidos solo a las familias; de
hecho, el sector empresarial es el principal demandante de fondos.
El crédito al sector empresarial también se enlenteció en los últimos
meses, aunque su desaceleración no es tan notoria como en el caso del
destinado a las familias. A diciembre de 2011, su saldo ascendía a casi
US$ 6.200 millones, lo que representa un incremento del 26,1% (en
dólares corrientes) respecto al cierre del año anterior. El pico de
crecimiento lo había alcanzado en agosto cuando se expandió 33,8% en
relación a igual mes de 2010.
Si se ordenan los créditos a las empresas según rama de actividad, la
construcción es el destino empresarial que presenta el mayor
crecimiento, 66,7% en el último año, siguiéndole en orden de importancia
el comercio (38,4%). La industria y el agro presentaron tasas de
crecimiento más moderadas, en el entorno del 20%.
DEPÓSITOS. Al igual que lo que aconteció con el crédito, los depósitos
del sector privado en el sistema bancario también han mostrado un
enlentecimiento en su ritmo de expansión en el último cuatrimestre del
pasado año, aunque más moderado.
Los bajos rendimientos que ofrece el sistema financiero no lo hacen
particularmente atractivo a los ojos de los inversores. De todas formas,
en los últimos tiempos se observó un incremento importante en el saldo
de los depósitos en moneda nacional, debido a la apreciación del peso
frente a la divisa estadounidense, por lo que en esa moneda se pudieron
obtener rendimientos interesantes.
Las cifras que divulga mensualmente el BCU están expresadas en dólares
al cierre de cada mes. En este caso, es el comportamiento del tipo de
cambio el que explica el ritmo al que se expanden los depósitos. En tal
sentido, al convertir esos depósitos en moneda nacional en dólares
equivalentes, su saldo aumentaba a un ritmo aún mayor. Sin embargo, al
desatarse la crisis financiera en Europa hacia el tercer cuatrimestre
del pasado año, se revirtió el proceso de apreciación del peso (el peso
se devaluó 8,2% entre julio y diciembre), generándose el fenómeno
opuesto.
Para superar estos inconvenientes y analizar correctamente la evolución
de los depósitos en moneda nacional, los convertimos a pesos y los
deflactamos por el IPC. Una vez efectuadas estas correcciones se puede
constatar que los depósitos en términos reales se han ido enlenteciendo a
lo largo del último año. En tal sentido, el comportamiento del tipo de
cambio y la incertidumbre que reinó en aquellos meses influyó de manera
decisiva al respecto.
En lo que refiere a los depósitos en moneda extranjera, hay que
distinguir dos situaciones bien distintas, los depósitos a la vista y a
plazo. Los primeros aumentaron 16% (medidos en dólares corrientes)
mientras que los últimos cayeron 6,6%.
Al ser mayor el incremento de los depósitos en moneda nacional, continúa
lentamente el proceso de pesificación. De todas formas, el grado de
dolarización es alto y casi las tres cuartas partes del total de
depósitos en el sistema están en moneda extranjera. El fenómeno que no
se revierte es el de la alta participación de los depósitos a la vista,
que se incrementó en el último año al 84% del total.
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